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Jacob Vilató, sobrino nieto de Pablo Picasso, expondrá en México

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Al contrario de lo que sabemos de su tío abuelo, Pablo Picasso, Jacob Vilató (su nombre se pronuncia yacob), es, además de muy guapo, muy tranquilo y muy introspectivo.

Jacob es nieto de Lola, la única hermana de Picasso, pues aunque tuvieron una hermana más, esta murió cuando muy niña. Lola fue la madre del padre de Jacob, el médico Jaime Vilató. La dinastía Ruiz Picasso no era entonces, extensa (Picasso firmaba con el apellido de su madre) y fue la familia de Jacob la encargada de administrar el legado y la gestión de la obra de su tío Pablo que se donó en 1970, al Museu Picasso de Barcelona, el cual posee una de las colecciones más completas del periodo de formación del artista. Pablo Picasso murió en 1973.

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“La familia de mi padre no era muy grande, y siempre hubo una gran cercanía entre ellos” relata Jacob, “cuidaban mucho los unos de los otros y aun cuando ya no vivían en la misma ciudad, la correspondencia era frecuente y abundante, y, a pesar de los malos momentos, de la guerra y la posguerra, siempre se mantuvo”. 

Fue la abuela de Jacob, por ejemplo, la encargada de custodiar la obra que después se donó al Museu, y a pesar de que tuvieron momentos muy difíciles, nunca se deshicieron de ninguna de las 900 obras que finalmente donaron.

 jacob vilato, exposicion en mexico de jacob vilato

Jacob Vilató. (Foto: Cortesía)

Jacob nació en 1979 en la ciudad condal, donde creció, vive y trabaja y donde están sus raíces familiares, y aunque claro, está la herencia de Málaga por parte de su padre; como se sabe, Picasso vivió, estudió y trabajó en Barcelona. Se mudó allí en 1895 con su familia y ahí vivió hasta 1904, cuando partió para establecerse definitivamente en París.

Jacob creció entonces entre médicos –su padre era, como ya se ha mencionado, doctor– y artistas, su casa de la infancia estaba llena de pinturas y dibujos, creando un ambiente creativo, muy propicio para la apreciación de la belleza pero sin el lado snob de la intelectualidad.

Aunque siempre le gustó dibujar, se inclinó por la arquitectura como profesión. “En mi casa ya había demasiados médicos y demasiados pintores” comenta, “así que dije ‘ni lo uno ni lo otro’ y me fui por la arquitectura, que es un poco la mezcla entre la intuición de la pintura y la ciencia de la medicina”. Jacob dedicó 15 años a trabajar en su despacho de arquitectura, que fue muy exitoso y contaba incluso con oficinas fuera de España. Llegó a trabajar como arquitecto en lugares como Malasia, India, China, Emiratos, Egipto y varios más, sobre todo en Asia.

 “Fue hasta hace dos años más o menos que decidí ir a por todas en pintura” dice, “es lo que llevaba dentro, hay partes de la arquitectura que aún me encantan, es divertido, es entretenido, no se me daba mal, pero no acabo de ser yo”.

the long year, exposicion en mexico de jacob vilato

The long year. (Foto: Cortesía)

Eres muy joven y por tanto no conociste personalmente ni a tu abuela ni a tu tío abuelo pero ¿cómo sentiste su presencia en tu familia?

Yo creo que todas las familias pequeñas, hay personas que tienen mucho peso, mi abuela y mi tío Pablo eran muy así. Yo creo que en las familias se transmite mucho el espíritu, un cierto sentido del humor, el gusto por ciertos colores y ciertas geometrías, y al ser una familia tan unida, esto se nota desde un punto de vista ético y estético. Él llevó mucho lo familiar a su trabajo, se notan muchas coincidencias con su padre. Hay un cierto sentido del humor en algunas de sus obras que yo he vivido en mi familia, es parte de lo que se ha transmitido a nosotros.

¿Y tu obra?

Me es difícil hablar de mi trabajo pero ¡lo intentaré! Se trata de una obra evidentemente figurativa; monotemática en el sentido de que no represento a muchos personajes en un cuadro, busco una cierta sencillez que elimina todo lo innecesario para poder explicar mejor lo que quiero decir. Es una pintura bastante colorida, y sus influencias y mis obsesiones son bastante evidentes. En las últimas obras que he hecho siento un poco la influencia africana en el tema de las máscaras, el mundo animista, todo esto de una manera muy básica, expresionista, nada barroca. No busco excentricidades ni alardes, ni sumarme a ningún movimiento ni a ninguna moda. Lo que pinto es lo que pasa en mi mundo, que es muy sencillito, la verdad.

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Meninas 21. (Foto: Cortesía)

¿En qué técnicas incursionas?

Mi carrera ha sido muy atípica, inicié con el despacho de arquitectura, y eso me llevó eventualmente al diseño de objetos: mesas, sillas y demás, que fue muy gratificante para mí porque era algo muy físico, en arquitectura es todo muy teórico, solo te involucras en realidad con el diseño.

Esto ha ido creciendo y creo que me quitó el miedo a incursionar en mundos que no eran el mío como, sí, la pintura y el dibujo, pero también la escultura y el diseño de muebles y arte objeto, pero funcional, en series de pocas piezas, tiradas muy cortas como de 100 o 200 piezas. Pero todo mi trabajo gira cada vez más alrededor de la pintura.

Sabemos que Itzel (Culebro) tu socia, es mexicana, y que tu trabajo en pintura ha estado íntimamente relacionado con México ¿cómo se da esta cercanía con nuestro país?

Pues eso, a través de Itzel. (Habla Itzel) Yo tengo 16 años en Barcelona y nos conocimos hace como seis o siete por el colegio de nuestros hijos. Yo trabajé 10 años en marketing de Carolina Herrera –nada qué ver– y terminamos asociándonos para el despacho de arquitectura que a los pocos meses se convirtió en ‘ya no quiero arquitectura, quiero pintura’ y pues bueno, en eso estamos. México es un país en el que yo creo muchísimo, con una riqueza impresionante, y se lo he ido metiendo un poco en vena ¡Y también por la cocina!, añade Jacob. 

Todo empezó, continúa Itzel, porque fuimos a México a promover el despacho de arquitectura y yo estaba queriendo que hiciéramos algo en la parte de diseño de mobiliario con manos mexicanas, con artesanos mexicanos, y estuvimos contactando con personas que tuvieran que ver con esto. Total que, una cosa llevó a otra, e invitaron a Jacob a donar una de sus obras de arte, la cual se subastó en octubre de 2019 con gran éxito. En marzo de 2020 nos encerraron (por la pandemia), entonces 2020 fue un año que obligó a Jacob a estar muy enfocado en pintar. De ahí salieron cosas muy interesantes como las primeras meninas, una de las obsesiones de las que hablaba.

Salieron tantos cuadros que nos planteamos la idea de una exposición, y lo propusimos a varios estados en México. Hablamos con Cultura de Michoacán, Jalisco, de Yucatán.  Nos recibieron súper bien, Michoacán fue el que más rápido y más fácil nos lo puso, y por eso el Centro Cultural Clavijero será la sede de la exposición.

meninas, exposicion en mexico de jacob vilatoMeninas. (Foto: Cortesía)

Jacob, la exposición se llama “Meninas feas”…

Yo he notado que las meninas son incluso un punto de contacto entre España y México. Las Meninas de Velázquez son, por supuesto, la obra más emblemática del arte español, pero notas que cuando hablas de ellas en México, conectan con ese cuadro. Al final, creo que es uno de nuestros nexos de unión desde el pasado hasta ahora.

Toda la exposición es sobre las meninas, aunque las obras son muy diferentes unas de otras. Es una exposición muy honesta que explica muy bien mi proceso, es decir que cuando tengo un tema, es ir a él del todo, y además aquí se ven todas las partes del proceso, hay obras que tocan el tema por un lado y otras por otro…

¿Cuándo es la inauguración?

Ya estará a puertas abiertas desde el 9 de septiembre próximo.

¿Vienen a México a la inauguración?

Sí claro, por supuesto. No es solamente mi primera exposición en México, sino que es mi primera exposición, punto. Aunque solo estaremos cuatro días, la idea es regresar pronto. Esperamos que la muestra se vaya moviendo a otras ciudades.

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¿Qué es lo que más te gusta de México?

¿Además de la comida? (ríe). México es un país al que nunca había acabado de entrar y ahora me doy cuenta de lo infinito que es, de que el arte mexicano, tanto el tradicional como el que se hace ahora, es mucho más grande de lo que podía imaginarme. El arte, entonces, me encanta; desde el punto de vista de sociedad, por otro lado, no puedo tener ninguna queja, todo el mundo es amable, simpático; es muy diferente la gente, acá es más reservada, más fría. La arquitectura también, lo que se hace actualmente en México es muy loco, muy libre, muy atrevido, hay errores, claro, como en todo, pero hay cosas increíblemente magníficas y eso sin hablar –porque no acabaría– de Barragán, por ejemplo.  

Creo que no había mirado a México con suficiente atención y hoy estoy como un niño en juguetería: “¡Esto me gusta, esto también y esto también…!”.

¿Qué crees que le hubiera gustado a tu tío Pablo de México?

Pues he de decir, con un poco de vergüenza que, seguramente, las mujeres (ríe); pero, además, creo que esa actitud relajada, antisnob, las risas…la arquitectura, creo que le habría interesado también. Pero sobre todo, este espíritu mexicano que rige a su arte y a su arquitectura, estoy segurísimo que hubiera encajado muy bien con él.

Contactos:  www.jacobvilato.com y @vilatoivilato en IG. Correo: [email protected]

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