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El incremento del precio del pan dispara las alarmas en Rusia

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  • La elevada inflación se ha convertido en la principal preocupación del Kremlin a dos meses de las elecciones legislativas de septiembre

  • Las autoridades intentan frenar el aumento del coste de la vida introduciendo controles en los precios, una medida criticada por numerosos economistas

La noticia cayó como un jarro de agua fría en el Gobierno de Rusia. Varias empresas productoras de pan informaron el lunes a cadenas minoristas que a partir de agosto incrementarían los precios de este producto básico de consumo entre un 7% y un 12%, debido al “encarecimiento de los costes” y al “escaso apoyo” recibido desde el Gobierno, según aseguraron fuentes del sector al diario Kommersant. Con una tasa interanual de inflación que en julio alcanzó el 6,5%, el aumento del coste de vida se ha convertido en el principal quebradero de cabeza del Kremlin ante las trascendentales elecciones legislativas que se celebrarán el próximo septiembre.

Nada más hacerse público el anuncio, el Ministerio de Agricultura, dirigido por Dmitri Patrushev, hijo del todopoderoso Nikolái Patrushev, secretario del Consejo de Seguridad y una de las personalidades más cercanas al presidente Vladímir Putin, previno en un comunicado que no veía razón alguna para semejante incremento, al tiempo que el Servicio Federal Antimonopolio (SFA) advirtió de la posibilidad de medidas de represalia. “En caso de que se demuestre un incremento injustificado en los precios o signos de violación de la legislación antimonopolio, medidas de respuesta serán tomadas”, subrayó el SFA en un comunicado.

Un eslabón más

Y es que la decisión de incrementar el precio del pan, un eslabón más en el sostenido aumento de la inflación que viene experimentando Rusia en los últimos meses, acarrea un gravísimo perjuicio a un Ejecutivo que, en menos de dos meses, deberá afrontar una difícil reválida electoral, con el partido gubernamental Rusia Unida en horas bajas de popularidad. En un estudio realizado por el centro Levada en marzo, tan solo un 27% de los electores se mostraban dispuestos a apoyar a la formación oficialista en los próximos comicios a la Duma Estatal, una reducida cifra no registrada desde antes de la anexión de Crimea en 2014.

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Natalia, una jubilada moscovita que prefiere no desvelar su apellido, recibe mensualmente una pensión de 20.000 rublos, cifra que equivale a poco más de 200 euros. La inflación se está llevando por delante su calidad de vida, convirtiendo en inalcanzables algunos productos de primera necesidad. Ha dejado de ir a las tiendas, y lo compra todo por internet, que es “más barato”. Por razones presupuestarias y de salud, se cocina su propio pan. “En invierno, el precio de algunas verduras y frutas es incluso superior al de la carne; eso no lo habíamos visto jamás”, espeta.

Pese a las crecientes estrecheces de una parte importante de la población, la actuación del Ejecutivo, limitada a intervenir en el precio final del producto, es duramente criticada por numerosos economistas. Vladislav Inozemtsev, director del Centro de Estudios Postindustriales, acusa telefónicamente a las autoridades de su país de pretender “regular el precio, es decir, lograr el resultado, sin hacer nada”. Y sugiere al Gobierno que siga el ejemplo de la UE, donde se subsidian materias como el trigo o el aceite para que el consumidor acabe pagando un precio accesible. Inozemtsev considera que el incremento anunciado por los productores está justificado, ya que estos se encuentran “estrangulados entre los proveedores y el Gobierno” y con un reducido margen de beneficio de “entre el 3% y el 5%“. A la vez, el economista insiste en que el problema no es la inflación, sino el débil crecimiento económico, con lo que las políticas del Ejecutivo deberían orientarse a impulsar los ingresos de la población. “Durante muchos años, Rusia creció al 7%, y la inflación era del 10%, superior a la de ahora; pero nadie se quejaba”, recuerda.

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