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“España puede y debe hacer mucho más en el Sáhara Occidental”

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  • El representante del Frente Polisario ante la ONU describe como un “chantaje” la reciente crisis desatada por Marruecos en Ceuta

  • El embajador saharaui defiende la lucha armada como vía para defender los derechos de su pueblo en las circunstancias actuales

El reconocimiento estadounidense de la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental y la reanudación de los enfrentamientos armados han abierto una nueva fase en el conflicto más enquistado del Norte de África. En esta entrevista, el representante del Frente Polisario ante Naciones Unidas, Sidi Omar, pide una mayor implicación de España en el conflicto y explica los motivos que han llevado a su pueblo a volver a la lucha armada tras tres décadas de alto el fuego.

 

¿Qué cambió con el reconocimiento de Trump a la soberanía marroquí del Sáhara Occidental? 

La proclamación de Trump va en contra de los principios básicos del derecho internacional, de las resoluciones de la ONU y de la política tradicional de EEUU. Nosotros tenemos la esperanza de que Biden pueda reconsiderarla para que su país siga jugando un papel constructivo en el proceso de paz. Con esta posición, Washington ha dejado de ser neutral y ha perdido su credibilidad como mediador.   

 

-¿Presiona Biden a las partes para tratar de poner en marcha una negociación? 

El Frente Polisario no ha sentido esa presión, pero sí estamos dialogando con la Administración a diferentes niveles. Como otros miembros del Consejo de Seguridad, EE UU busca un proceso de paz tras la violación marroquí del alto el fuego en noviembre del 2020. Su postura la dejó clara en las consultas privadas del Consejo de Seguridad en Madrid: apoyo a un proceso político que garantice el derecho del pueblo saharaui a la autodeterminación y lleve a una solución mutuamente aceptable. O sea, el lenguaje de las sucesivas resoluciones del Consejo de Seguridad. 

 -¿Cómo calificaría el comportamiento del Gobierno español con Brahim Ghali?

El Gobierno se comportó bien al acoger al presidente Ghali para tratarlo. Pero lo que paso después no tuvo nada que ver con su presencia en España. A mi juicio todo se reduce a una sola cosa: Marruecos pretendía que España cambie su postura respecto al Sáhara Occidental y reconozca la soberanía marroquí. Nada más. Todo este jaleo es parte de la política habitual de chantaje de Marruecos y el caso de Ghali fue otra excusa para seguir ejerciendo esa presión. 

 

-¿Está Marruecos más envalentonado desde el reconocimiento?

Marruecos pensó que iba a ser el inicio de una cascada de reconocimientos, sobre todo en Europa. Se ha llevado una sorpresa tremenda al ver que no se materializaban y por eso está presionando. Se vio con su enfado hacia Alemania, después de que convocara una reunión del Consejo de Seguridad para abordar el reconocimiento de EE UU. Trump nunca llegó a reunirse con Mohammed VI, a pesar de la mediación de sus aliados del Golfo. No tenía interés. Su gesto responde únicamente al acuerdo de normalización con Israel. Es una mera transacción, pero no tiene ningún efecto jurídico. Nada ha cambiado sobre el terreno. El estatus final del Sahara Occidental lo decidirá el pueblo saharaui. 

 

-En noviembre se rompió el alto el fuego después de 30 años. Ustedes han vuelto a la lucha armada, ¿qué esperan de esta nueva fase del conflicto?

Cuando las fuerzas de ocupación marroquí entraron en la franja de separación del Guerguerat el 13 de noviembre y atacaron a un grupo de civiles nuestros que se manifestaba pacíficamente, para nosotros fue el inicio de una nueva etapa. Marruecos violó el alto el fuego poniendo fin al cese de hostilidades. Nosotros anunciamos la reanudación de la lucha armada. Ahora estamos en una nueva fase, ya no hay marcha atrás, lo que hay es una guerra abierta entre nosotros y las fuerzas de ocupación marroquí. ¿Qué va a pasar a partir de ahora? Dependerá de cómo trate el tema Naciones Unidas, pero los saharauis ya hemos dicho que vamos a utilizar todos los medios legítimos para conseguir nuestros derechos. No vamos a aceptar los hechos consumados que quiere imponer Marruecos en nuestro territorio.

 -¿Tiene sentido embarcarse en una guerra que muy probablemente no pueden ganar?

Eso mismo se decía cuando Marruecos invadió nuestro territorio en octubre de 1975: ¿cómo un pueblo pequeño va a resistir al Ejército marroquí? Pero eso es lo que hicimos durante 16 años, hasta 1991. No solo resistimos, sino que llegamos a atacar a Marruecos y tomamos presos a más de 3.000 de sus soldados. De ese modo les obligamos a construir el muro. Obviamente no se puede comparar los ejércitos de unos y otros, pero somos un pueblo decidido y si tenemos algunos territorios liberados es gracias a esa guerra. Si hace falta ahora seguir con ella hasta el final, lo vamos a hacer. Nuestra postura, en cualquier caso, es muy clara: preferimos el camino de la paz, como hemos demostrado durante 30 años. 

 

-¿Hay alguna forma de conseguir que Marruecos se siente a negociar sobre la base del referéndum? 

Sí, el Consejo de Seguridad en su conjunto puede ejercer esa presión. Obviamente, Marruecos tiene amigos en el Consejo, especialmente Francia, pero podrían ayudarle a comprender que, tras 40 años de ocupación y presión, no ha conseguido controlar todo el territorio ni lograr que los saharauis dejen de resistir. Deben entender que ha llegado el momento de negociar. EE UU también puede jugar ese papel. 

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 -¿Y que rol juega España en todo esto? A ojos del derecho internacional todavía tiene una responsabilidad legal sobre el Sahara y, si bien defiende la vía del referéndum, la impresión desde hace años es que no está dispuesto a mancharse para liderar el proceso. 

España sigue siendo para nosotros la potencia administradora del Sáhara. Si no de facto, sí de iure, como reafirmó la Audiencia Nacional en 2014. Por lo tanto, tiene la responsabilidad y el deber de ayudar a que se lleve a cabo el proceso de descolonización. Todos los gobiernos españoles han apoyado la vía política auspiciada por la ONU, pero España puede y debe hacer mucho más por su responsabilidad histórica y jurídica, así como por su cercanía territorial al Sáhara o sus relaciones con Marruecos y el Frente Polisario.    

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