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La otra revolución cubana | Hoy

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Deinna y Gendris, trans y gay, son pareja. / Álvaro Ybarra

Álvaro Ybarra Zavala retrata el duro pero esperanzado día a día del colectivo LGTBI en la isla tras años de represión castrista

Miguel Lorenci

«Retrato seres humanos que buscan una revolución silenciosa para que se les deje vivir tal como sienten y aman. Es una historia de lucha y superación más allá de cualquier tinte político». Así presenta Álvaro Ybarra Zavala (Bilbao, 42 años) ‘Revolución’, su emotivo relato fotográfico sobre la otra revolución cubana. La que protagoniza el colectivo LGTBI tras décadas de acoso y represión del régimen castrista. El fotógrafo convivió en La Habana con personas de este grupo y refleja su duro pero esperanzado día a día. Su historia de amor y supervivencia palpita en las emotivas e intimistas imágenes sobre esa revolución inacabada, en las salas del EFTI (Centro Internacional de Fotografía y Cine) de Madrid hasta el 23 de julio.

Reflejan la realidad de homosexuales, lesbianas y transexuales cubanos, dedicados en su mayoría a la prostitución, y que fueron perseguidos sin piedad por el régimen de Castro. Condenados a trabajos forzados, fueron encerrados en campos de reeducación y acosados. Lo constatan películas como ‘Antes que anochezca’, sobre la persecución al escritor Reinaldo Arenas en los 70, o ‘Fresa y chocolate’, en la que Tomás Gutiérrez Alea y Juan Carlos Tabío muestran la homofobia.

Encerrados en el armario de Cuba

Ahora la represión ha aflojado algo y desde la visita a la isla de Barak Obama la inclusión del movimiento LGTBI en la sociedad y en las leyes ha sido un símbolo de una apertura del régimen que también reflejan la fotos de Ybarra. «Es un relato con dos capas: cuenta la evolución de la revolución cubana a partir de la historia del movimiento LGTBI, y como de ser una comunidad perseguida por su orientación sexual, pasa a convertirse en política de Estado y símbolo del aperturismo».

Pero sabe Ybarra que queda mucho camino por recorrer. «Está muy bien que un sistema político reconozca la normalidad jurídica y respete cualquier orientación sexual. Pero lo importante es el respeto social; que se normalice algo que no debería ser raro o extraño, y eso aún no se da», lamenta.

Yeisy y Yaimara conversan en una casa tutelada sin temor al acoso policial. /

Álvaro Ybarra

«Este proyecto es una historia de amor, de superación en busca de respeto para una forma de sentir y de amar al margen de una cuestión política. Se centra en lo terrible que es que un ser humano sea perseguido, denigrado, estigmatizado o asesinado a por su sexualidad y su forma de entender el amor», reitera Ybarra. Insiste en que su mirada es humana e intimista, sin tintes políticos. «Las personas LGTBI no quieren que su sexualidad se convierta en un símbolo político y revolucionario, y yo lo comparto. Hay cosas que conciernen a la intimidad personal y a la sociedad civil y que no pueden ser secuestradas ni abanderadas por ninguna tendencia política», arguye el fotógrafo.

«En la Habana vi amor y solidaridad entre a mujeres ‘trans’ y personas sin más salida laboral que la prostitución y que se protegían unas a otras. Me impactó mucho», dice Ybarra. Acostumbrado a cubrir conflictos bélicos y situaciones de tensión en todo el mundo, admite que esta es una de las situaciones que más le han marcado. «Quería fotografiar el amor, y lo encontré allí», concluye.

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