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Los afganos desafían la amenaza para huir de Kabul

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Lugar del atentado en el aeropuerto de Kabul. / AFP

Cientos de personas se agolpan en el puesto de control talibán de acceso al aeropuerto, donde se acelera la retirada

Kabul no puede llorar a sus muertos porque sigue bajo la amenaza del grupo yihadista Estado Islámico (EI) que, según los servicios de Inteligencia, puede intentar un nuevo golpe antes del día 31. El general estadounidense Frank McKenzie, responsable del Comando Central, reveló que «estamos haciendo todo lo posible para estar preparados» y confesó que comparten informes con los talibanes y que «ellos han logrado frustrar algunos ataques». Un detalle más de la estrecha colaboración entre dos bandos que han sido enemigos durante veinte años.

La explosión del jueves en la puerta Abbey significó casi el punto final a una evacuación caótica en la que han salido del país 111.000 personas, según el Pentágono, pero que deja en tierra a decenas de miles de colaboradores de la OTAN. Según la última información proporcionada por Estados Unidos, al parecer solo un atacante suicida llevó a cabo el mortal atentado. «No creemos que hubo una segunda explosión en o cerca del hotel Baron, fue solo un atacante suicida», afirmó en rueda de prensa el general Hank Taylor, alto funcionario del Estado Mayor Conjunto.

El EI asesinó a más de cien personas, entre ellas trece marines de Estados Unidos, dos ciudadanos de Reino Unido y el hijo de otro británico, y 28 combatientes talibanes, y su ataque hizo que, por primera vez desde el inicio de la evacuación, aparecieran vacías las puertas de los accesos al aeropuerto. Los miles de afganos que solían abarrotar el lugar se quedaron en cientos y no pudieron superar el puesto de control talibán, a cinco kilómetros del aeródromo, con la esperanza de un último vuelo salvador. Pero corre el reloj, se echa encima la fecha acordada con los islamistas y las opciones de poder subirse a uno de los vuelos militares se reducen minuto a minuto. Esta operación del EI se ha convertido en el día más sangriento para las fuerzas estadounidenses en la última década.

¿Qué pasará a partir del 1 de septiembre? Es la pregunta que se hacen quienes no han podido salir. Los talibanes insistieron un día más en que permitirán volar en vuelos comerciales a todos aquellos que tengan un visado en regla. Este es el mensaje que transmitió la cúpula islamista en Doha a una delegación de Francia con la que mantuvo «una conversación detallada» sobre la situación. Los franceses, como antes los alemanes, han dado un primer paso de acercamiento a las nuevas autoridades afganas.

El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, confirmó que estudian una oferta talibán para hacerse cargo del aeropuerto, pero que «necesitamos tiempo debido al alto riesgo que conlleva». Los turcos acaban de sacar a sus tropas del país y no ven factible la ayuda en el aeropuerto sin la protección de sus fuerzas armadas, pero a última hora de la tarde y tras una larga negociación con las nuevas autoridades, decidieron mantener a su personal diplomático en Kabul. La vuelta de las fuerzas turcas, pertenecientes a la OTAN, supondría todo un desafío a los principios de unos talibanes que no quieren tropas extranjeras en el país, pero necesitan el apoyo técnico de forma imperiosa para operar el aeródromo.

Salida por tierra

Todo el foco mediático está puesto en el Aeropuerto Internacional Hamid Karzai, donde permanecen arrinconados los últimos 5.000 hombres de Estados Unidos en Afganistán, mientras se pasa por alto la situación en la frontera con Pakistán, un país que se prepara para recibir a decenas de miles de refugiados en cuanto se reabran los pasos. Torjam, al norte de Peshawar, es uno de los puntos donde esperan miles de afganos para poder cruzar y al menos seis de ellos fueron abatidos por disparos del Ejercito del país vecino «cuando intentaron entrar de manera ilegal», recogió la agencia Pajhwook.

Desde la agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur) alertaron de que más de medio millón de afganos podrían salir por tierra del país en los próximos días. Una primera oleada que no tardará en notarse en las fronteras de Europa, tal y como alertó el escritor Ahmed Rashid, autor del clásico ‘Los Talibán’, en una entrevista concedida a este medio el mismo día de la caída de Kabul. Acnur pidió a los países vecinos de Afganistán que abran sus fronteras para que la gente pueda escapar del Emirato.

El personal de los hospitales no ha dejado de trabajar desde el momento del ataque suicida para atender a los cientos de heridos de la explosión, muchos de ellos en estado crítico. «Ingresaban y no podían hablar, estaban aterrorizados, con la mirada perdida. Hace tiempo que no teníamos una situación así», informó la organización médica Emergency, responsable de uno de los hospitales a donde llegaron los heridos.

Tras el pánico provocado por el doble atentado, a lo largo de la noche se escucharon varias explosiones en la capital. Estados Unidos confirmó que se trataba de explosiones controladas que llevaron a cabo en el aeropuerto para destruir material y munición antes de la salida definitiva. Tras el colapso del Ejército afgano, que no plantó cara a los talibanes en su avance a Kabul, los islamistas se hicieron con todo el arsenal y vehículos donado por los estadounidenses en las últimas dos décadas.

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