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Los británicos, divididos cinco años después de votar el ‘brexit’

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Manifestantes participan en una protesta por el ‘brexit’ en Dublín para exigir un aumento de las cuotas de pesca en aguas irlandesas. / Reuters

El 80% mantendría hoy la misma elección que en el referéndum de 2016, si bien el resultado se inclinaría ligeramente a favor de seguir en la UE

El champán y las lágrimas corrían prácticamente a partes iguales en Reino Unido hace justo cinco años, cuando el resultado del referéndum inició una larga despedida de la UE. Un lustro después, las
heridas abiertas durante aquella destructiva campaña aún no han sanado, y el país sigue tan dividido como entonces sobre la cuestión europea. Ochos de cada diez votantes mantendría hoy la misma elección, si bien el resultado se inclinaría ligeramente hacia la permanencia.

Aunque las elecciones de 2019 —que dieron una mayoría absoluta a los conservadores de Boris Johnson— han puesto fin a las descarnadas luchas parlamentarias que escenificaban a diario la profunda división que el ‘brexit’ ha sembrado en el país,
los británicos siguen sin hacer las paces. Un sondeo del Centro Nacional de Investigación Social (NatCen) señala que el 82% de los que votaron aquel 23 de junio de 2016 no ha cambiado de opinión. «Cinco años después, es difícil argumentar que el referéndum ha sido un éxito sin paliativos», escribe John Curtice, autor del estudio.

El referéndum ha tenido consecuencias políticas, sociales y económicas tangibles. El ‘brexit’ ha sido un factor de peso en los últimos comicios legislativos y municipales, donde localidades tradicionalmente laboristas pero que se inclinaron por la salida de la UE han apostado por los conservadores, y también a la inversa. Ha exacerbado el nacionalismo, o lo ha hecho más visible, como demuestra la «invitación» del Gobierno para que los colegios celebren mañana una nueva festividad, conocida como ‘One Britain, one Nation’ (Una Gran Bretaña, una Nación). Pero no son las únicas.

Hay un lugar donde, al margen de lo que se votara hace cinco años, el consenso general es que la situación está peor: Irlanda del Norte. Para preservar los Acuerdos de Paz y
no establecer una frontera dura entre las dos Irlandas, Londres y Bruselas acordaron el Protocolo de Irlanda del Norte, que mantiene a este territorio británico dentro del mercado común europeo y desplaza los controles aduaneros al mar que separa Gran Bretaña de Irlanda, es decir, establece de facto una frontera comercial dentro de Reino Unido.

Para que este complejo mecanismo funcionara era necesario voluntarismo y confianza entre ambas partes, justo lo que más se ha echado en falta desde que se puso en marcha a principios de año. Las tiranteces han sido constantes, la UE acusa a Londres de saltárselo y éste a Bruselas de extrema rigidez. La tensión
añade leña a la siempre volátil situación de la región, donde en abril se vivió una violencia que despertó viejos fantasmas. Para sumar complejidad, las próximas elecciones del Parlamento norirlandés, que podrían adelantarse a este otoño, amenazan con ser un plebiscito sobre el protocolo, con los unionistas del DUP en contra y el republicano Sinn Féin a favor.

Los escoceses dijeron mayoritariamente ‘no’ a la independencia en el referéndum de 2014 pero, tras el ‘brexit’, algunos parecen haber cambiado de opinión. Junto con Londres, fue de los territorios británicos donde más se apostó por la permanencia. Desde entonces, el sinsabor
ha exacerbado los sentimientos nacionalistas, algunos con la esperanza de que una Escocia independiente podría volver a integrar la UE.

Referéndum en Escocia

El Partido Nacional Escocés, que controla el Ejecutivo territorial, ha pedido un segundo referéndum de independencia, y no descarta celebrar uno unilateral si Londres no accede. Este miércoles el Gobierno volvió a dejar claro que
no habrá plebiscito, al menos no antes de las generales británicas, previstas para mayo de 2024.

Reino Unido y la UE llegaron in extremis a un acuerdo comercial la pasada Nochebuena, un tratado que, sin embargo, no convence a los británicos. Según un sondeo del Centro Nacional de Investigación Social, solo uno de cada cinco cree que el pacto es «bueno». Aunque no se ha producido el colapso aduanero que algunos pronosticaban, y el
tsunami del covid ha camuflado algunos efectos del ‘brexit’, ciertos sectores sufren sus consecuencias económicas. Es el caso de las exportaciones agroalimentarias a la UE, que han sucumbido casi un 50% en el primer trimestre, unos 2.000 millones de libras. ¿Por qué? Principalmente por la burocracia añadida a estos productos, que requieren de certificados fitosanitarios, y por los retrasos en las aduanas, que han desincentivado la exportación a los pequeños productores. Los más afectados han sido los lácteos, que han caído un 90%.

No son los únicos perjudicados. Las
exportaciones de servicios perdieron en los tres años siguientes al referéndum unos 113.000 millones de libras. En enero, Ámsterdam desbancó a Londres como principal Bolsa europea ya que no existe un acuerdo de equivalencia entre Reino Unido y la UE a nivel financiero.

Londres confía en firmar acuerdos de libre comercio con Australia y EE UU para suplir las pérdidas. Sin embargo, el objeto de éstos parece ser más la demostración de la «soberanía económica y comercial» que prometió la campaña del ‘brexit’, que el de lograr un objetivo económico claro.

Prórroga para pedir residencia

El Gobierno británico otorgará 28 días más de plazo a los ciudadanos comunitarios que viven en Reino Unido y que aún no han solicitado el permiso de residencia. El tiempo para pedir el estatus que les permitiría mantener los derechos de los que disfrutaban hasta ahora expira el 30 de junio. El ministro de Inmigración, Kevin Foster, ha confirmado sin embargo, que quienes aún no lo han solicitado recibirán un aviso de que cuentan con un plazo de cuatro semanas para hacerlo, o se arriesgarán a perder derechos como el acceso a la sanidad pública, al empleo e incluso podrían ser deportados.

En los últimos dos meses, las autoridades han recibido un aluvión de demandas, 10.000 o 12.000 diarias, pero se calcula que aún hay decenas de miles que, por desconocimiento o por pertenecer a grupos vulnerables, aún no han pedido que se reconozca su estatus como «asentado» o «preasentado», las dos categorías que ha previsto el Gobierno. Se calculaba que en el país vivían unos 3 millones de europeos, pero la respuesta al mecanismo que Londres han puesto en marcha para regularizar su situación tras el Brexit ha desbordado las expectativas.

El Ministerio del Interior ha recibido 5,6 millones de solicitudes, 400.000 aún están siendo procesadas. Aquellos que no obtengan respuesta al acabar el plazo obtendrán un «certificado de solicitud» que podrán presentar para preservar sus derechos. Las autoridades prometen ser flexibles con quienes aún no han hecho la solicitud, y aquellos que puedan justificar un motivo razonable no tendrán plazo.

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