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Los talibanes prometen respeto a las mujeres, pero «dentro de la ley islámica»

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Un grupo de talibanes patrulla las calles de Jalalabad. / EFE/ Vídeo: Atlas

El líder político de los talibanes ha llegado a Afganistán mientras el grupo promete una «amnistía» que afectaría a los funcionarios

El relativismo de la guerra ha empezado a instalarse en Kabul. Los comercios han abierto sus puertas, el tráfico ha regresado a las calles y ahora son los talibanes quienes lo controlan. Además de la circulación, también han desplegado puntos de control en la ciudad y en algunos de ellos se ve a los rebeldes pedir la documentación a determinados transeúntes. La primera decisión del régimen ha sido la de anunciar una «amnistía general» para todos los funcionarios del Gobierno, a quienes han instado a volver al trabajo para evitar un parón administrativo del país. Además, el mulá Abdul Ghani Baradar, cofundador y líder político de los talibán, ha regresado este martes al país desde Catar después de una década de ausencia.

El miedo y el recelo están presentes en cada mirada porque nadie sabe qué talibanes les gobierna. Si los que lanzan continuos mensajes tranquilizadores o aquellos tan despiadados de 1996 que han sido capaces con su sola presencia de provocar la desbandada inmediata de miles de personas. De preferir caerse de un avión en marcha a enfrentarse a las represalias rebeldes

Existen variados signos de la anormalidad producto de la reconquista bélica. Abundan las patrullas armadas y el aeropuerto Hamid Karzai se ha convertido en un terreno aparte. Protegido por las fuerzas militares estadounidenses, reforzadas con la llegada de un millar de soldados de la unidad paracaidista alemana, el trasiego de las evacuaciones continúan sin pausa. Después del caos vivido este lunes en la terminal, plagado de incidentes que han costado al menos media docena de muertes y con una muchedumbre asaltando las pistas y los aviones, las operaciones de rescate del personal diplomático y extranjero, así como de los afganos que colaboraron con los aliados estos últimos vente años, prosiguen aparentemente a mayor ritmo.

La imagen de la desesperación: un avión de EEUU rescata a 640 afganos

Los aviones que esperaban su momento para entrar en Kabul desde bases provisionales en Kuwait o Dubai se encuentran ahora con las pistas libres y despejadas para aterrizar y despegar. En el caso español, una aeronave militar despegó anoche desde la base de Zaragoza y otra ha salido esta mañana, de modo que si todo se desarrolla con normalidad, los funcionarios y residentes españoles que aguardan en una «zona segura» del aeropuerto afgano podrían regresar antes del jueves. El Gobierno francés está desalojando a estas horas a sus compatriotas.

Pese a la cierta normalización de la evacuación tras los infernales episodios del lunes, el estado de vigilia es permanente. No hay una calma tensa. De hecho, no hay calma. Los últimos disturbios en el aeródromo de los que se ha informado ocurrieron la pasada noche, cuando soldados americanos dispararon contra dos individuos que iban armados en la terminal. Las tropas tienen rodeado todo el complejo, han blindado el acceso a las pistas y la torre de control –dirigida por operadores de EE UU– para evitar cualquier posible sabotaje y mantienen cerrados los caminos con alambradas.

Los talibanes, no obstante, cumplen con su parte del acuerdo de respetar el aeródromo hasta que finalice la evacuación. El presidente, Joe Biden, ya advirtió anoche que cualquier agresión en este sentido será respondida de manera «fulminante». Alemania y Francia también disponen de fuerzas de acción rápida preparadas para intervenir y el Gobierno canadiense ha anunciado que no retirará sus tropas hasta que los últimos extranjeros salgan de Kabul. En las salas «seguras», los funcionarios se aplican a toda velocidad en la expedición de visados a los afganos que corren peligro en su tierra. Aun así, circulan los rumores –cada vez más convertidos en certezas– de que numerosos cooperantes con los ejércitos extranjeros, como traductores o guías, han quedado abandonados a su suerte dentro del país.

El terror pervive. Lo hace pese a los gestos del nuevo emirato en favor de una transición pacífica y de renuncia a la venganza. «Se decretó una amnistía general para todos. Por lo tanto, deben retomar su vida cotidiana con total confianza», ha anunciado el régimen en un comunicado. Sin embargo, los mensajes tranquilizadores no han calado en una población que recuerda todavía las salvajadas del antiguo emirato durante su mandato entre 1996 y 2001, con ajusticiamientos, castigos ejemplarizantes de una crueldad extrema y una inaudita represión, fundamentalmente para con las mujeres y las niñas.

La comunidad internacional se vuelca precisamente en ellas. Naciones Unidas ha instado a los gobiernos a «no abandonar» a mujeres y niñas, de manera semejante a los mensajes lanzados por la Unión Europea –que hoy celebra consejo de ministros de Exteriores extraordinario– y la mayoría de países occidentales.

La situación de las mujeres

Precisamente, una de las principales cadenas de Afganistán, Tolo News, ha vuelto esta mañana a poner como presentadora de su informativo matinal a una mujer. El domingo, todos los medios locales retiraron de sus columnas o programas a las mujeres dada la situación de incertidumbre generada por la ocupación y ante el temor de que, si seguían en antena, pudieran ser señaladas o detenidas. En las redes de Tolo News aparecen hoy las imágenes de su periodista Beheshta Arghand entrevistando a un dirigente de los talibanes, Mawlawi Abdulhaq Hemad. La noticia ha merecido elogios de otros medios internacionales, organizaciones de derechos civiles y particulares por el «coraje» de la cadena al mantener a las mujeres en sus puestos.

Pero en todo esto hay un elemento significativo. Arghand aparece cubierta con un hiyab durante la reunión matinal de la redacción, lo que concordaría con la primera orden dada por el nuevo emirato de que todas las afganas deberán recuperar este velo que cubre desde su rostro hasta el pecho. Hace un par de días, el portavoz Suhail Shaheen declaró a la BBC británica que el Gobierno pretende mantener el libre acceso de la mujer a la educación y el empleo, aunque sus palabras se contradicen con la situación que se vive en algunas zonas conquistadas, donde las niñas no pueden ir ya al colegio y a las adultas le prohíben trabajar.

Desde la salida de Ashraf Ghani precipitadamente el domingo con los rebeldes a las puertas de Kabul, existía expectación sobre lo que todos denominan la búsqueda de una transición pacífica. El primer paso se ha dado con la reunión del expresidente Hamid Karzai con el negociador jefe del Gobierno afgano en las conversaciones de paz de Doha, Abdulá Abdulá, y el antiguo ‘señor de la guerra’ y líder de Hezb-e-Islami, Gulbuddin Hekmatyar. El encuentro ha sido calificado de «fructífero», aunque el resumen final parece más un mensaje diplomático que una estrategia. Las dos partes anunciaron que buscarán cómo devolver «una mayor calma ea la ciudad de Kabul y la vuelta a la vida cotidiana». «Si Dios quiere, estos esfuerzos darán sus frutos», remarcan.

Baradar, veinte años después

Han pasado veinte años desde que el mulá Abdul Ghani Baradar, el líder político del movimiento talibán, dejara Afganistán y este martes volvió a reencontrarse con él. Lo hizo al frente de la delegación «de alto rango» del Emirato Islámico que aterrizó en Kandahar y que se supone empezará a definir el gobierno del país conquistado durante los próximos días. Desde que terminó la invasión se esperaba su llegada y la de Hibatulá Ajundzada, el líder supremo.

Baradar ha sido, precisamente, uno de los responsables del acuerdo adoptado con Estados Unidos en febrero de 2020, bajo el mandato de Donald Trump, para poner fin a la presencia de las tropas de Estados Unidos en Afganistán. Una retirada que finalmente ha llevado a efecto su sucesor en la Casa Blanca, Joe Biden, de la forma caótica y precipitada que menos esperaba. La visita del mulá se ve como la primera oficial de los talibanes desde su derrota en 2001. Por expreso deseo y por la situación del aeropuerto Hamid Karzai, bajo control militar estadounidense y concentrado en las operaciones de evacuación del personal extranjero, Baradar aterrizó en la ciudad donde nació el movimiento talibán.

El jefe de la oficina política hizo acto de presencia unas horas antes de que el portavoz Zabihulá Muyahid difundiera su mensaje conciliatorio a la población local y la comunidad internacional. En sus declaraciones, Muyahid anunció que pronto se establecerá el nuevo Gobierno y que su composición «conectará con todas las partes». Todavía no se sabe en qué momento aparecerá Hibatulá Ajundzada.

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